miércoles, 6 de enero de 2010

París 2009 nos vamos...

Todo llega a su fin, y nuestro periplo parisino no iba a ser menos. Tras la última noche por la ciudad y tras haber prometido volver (hay que volver a esta ciudad) un par de cienes de veces, nos tomamos la última mañana con tranquilidad. Hemos quedado a las 12 del mediodía con nuestro contacto en el mundo Vespa. Así que decidimos darnos un paseo en moto por la ciudad, un poco para darnos una última visión de la misma desde la motillo. Más que nada por aprovechar la misma antes de vernos relegados al papel de peatones.
escultural
Como suele pasar en los mejores viajes, el último día es el que disfrutamos de mejor tiempo, hasta solete hace que no es poco. Y tras charlar con nuestro amigo Adam y decirle que nos ha encantado todo menos el precio del alquiler y de confirmarnos que llevan sólo dos semanas con el negocio (¡¡!!) nos despedimos.

La idea es darnos un paseo hasta la Isla de la Ciudad y ver un poco París de manera relajada. Y como luce el sol y la temperatura es buena, la ciudad nos parece aún más bonita. Tras hacer el chorra en el museo de esculturas, ver las barcazas en El Sena y husmear por los quioscos de libros junto al río, nos adentramos un poco callejeando para buscar dos cosas; algo de comer, y un regalo para la familia. Y encontramos ambas cosas en una calle cerca del puente de Saint Michel; dos bocadillos (panini)calientes de queso (fromage) y fuet (¿¿??)con pepinillos (oh lalá!!!)y un álbum de fotos para Marcos.

Más contentos que unas castañuelas nos dirigimos al Louvre para espatarrarnos por los jardines (cómo cambia el ambiente de la noche a una mañana soleada). Y estamos tan a gusto, la verdad. Comemos en los jardines y luego nos echamos una mini siesta muy agradable.
reflejos museisticos
Nos damos un paseo buscando la iglesia de Notre Dame pero antes nos tomamos un cafetito en una terraza cercana y nos dejamos llevar por las calles de la isla. En Notre Dame hay gente para aburrir, por todos los sitios. Pero bueno, nos metemos de nuevo para dar un último (por ahora) paseo por la iglesia. Es increíble cómo, por mucha gente que haya a tu alrededor, o paseando por las naves, en esta iglesia no te sientes agobiado. Es una gozada.
Catedral Notre dame
Tras la mini visita, nos damos un paseo buscando ya el hotel para recoger el equipaje y acercarnos a la estación de tren. Y bueno, como último guiño a la cocina francesa, el que suscribe se toma un Big Mac en una hamburguesería que hay cerca de la estación. Recogemos las maletas, y vamos hacia la estación. Hay un poco de caos y de jaleo en la misma, pero el tren sale casi a su hora. Nos recogemos en nuestro compartimento y nos encontramos a la familia que conocimos en la ida. Muy majos la verdad y la peque es monísima!!!
Tenemos un pequeño equívoco en el viaje, Almu y yo tenemos un pequeño enfado pero bueno, lo arreglamos en poco tiempo y además, es parte de NUESTRA historia particular, y no os lo voy a comentar aquí. Qué leñe!!!!
Y tras una noche movida, con diversas paradas técnicas, entramos en Castilla y León, y desayunamos pasando por Ávila (precioso tanto el ocaso como el amanecer desde el tren). Y arribamos a Madrid en una mañana soleada y preciosa con la buena noticia de que el “peque” está a punto de nacer, parece que nos hubiera estado esperando.
Por supuesto, prometemos volver, nos falta mucho por ver en la ciudad, sobre todo los museos que ya nos vale. Pero lo importante es que hemos ido juntos a París, un destino al que nos apetecía mucho, pero mucho ir juntos.
En el Louvre
La sensación que tengo es de haber cumplido una de las promesas que me hice con Almu. Poco a poco se irán cumpliendo las demás, al menos ésa es la intención que tengo.
París es una preciosidad, sobre todo con buen tiempo: una ciudad culta, moderna y con miles de opciones culturales y de ocio.
A nosotros nos encantó y vamos a volver, éso seguro.
Quizá os lo cuente por aquí ;.)
Madrid, enero de 2010