martes, 22 de octubre de 2013

Revisión completa...en casa


Al fin llegó el día, teníamos libre un lunes para dedicárselo a las motos; la previsión era de buen tiempo y sol, antes de cambiar a lluvia y fresco el día siguiente: no podíamos desperdiciar la ocasión.
Tras vueltas y más vueltas: amortiguando-que-es-gerundio conseguimos todos los materiales.
Los neumáticos de pneus-online; el precio que me daban en el taller era aproximadamente de unos 270 € + IVA antes de "algún descuento" y en la tienda online francesa, los Michelín ANakee 3 me han salido a un muy buen precio: calculo el ahorro en 130€ mano de obra incluida -doce euros por rueda, más o menos.

El aceite y filtro en lubricantes online a un precio bueno de verdad, no con los márgenes que se ven en los talleres o tiendas del ramo. Calculo el ahorro -aceite y filtro- en unos 8-10€.
El amortiguador, como comentaba en la entrada anterior, gracias a las gestiones de los compañeros del foro del Club de Varadero de España adquirí un Hagon para la moto con un descuento del 20 % con respecto al precio de tarifa, que son otros 70€. En definitiva, descontando la mano de obra, los descuentos y diferentes márgenes, me he ahorrado unos 210 € tirando por el medio, ni por debajo ni por alto. Y además, sumarle la satisfacción de hacer las cosas por uno mismo.
Poco a poco, estamos montándonos un medio taller en casa de mi cuñado, con un sistema de cambio de neumáticos -destalonar sigue siendo una locura- pero amortizas la inversión a nada que ahorres el llevar la moto al taller. Lógicamente, hay cosas que quizá no lleguemos a hacer -cambiar cadenas de distribución, por ejemplo- pero más por la falta de conocimientos técnicos y medios, que por falta de ganas. Aunque todo llegará.

El caso es que ya llegó el día y nos pusimos manos a la obra. Lo primero, asegurar la moto para desmontar la rueda trasera y despejar el camino para cambiar el amortiguador. El viejo cuesta sacarlo de la moto porque está bastante apretado, pero al final sale sin dificultad, salvo la inherente a la situación y espacio. Desmontando la cacha derecha de la moto para tener hueco para maniobrar las herramientas, y siendo dos los "mecánicos", se solventa sin problema. El siguiente paso es colocar el amortiguador nuevo, cosa que hacemos sin mayor problema que introducir el nuevo en el soporte del eje de la moto, algo apretado porque las otras vecesse apretó con llave neumática. Al amortiguador de Hagon tiene un aspecto y acabados dignos de un amortiguador del doble de precio, tengo ganas de probar cómo irá.
 
Dedicamos un buen rato, incluido un café, a desmontar los neumáticos viejos -unos Bridgestone- y montar los novedosos relativamente Michelin Anakee 3 tenía ganas de probar un neumático si no más de carretera, si desde luego que se lleve mejor con los rigores del invierno, sobre todo con la lluvia un elemento en el que mi anterior neumático no se sentía cómodo del todo –a veces, para nada cómodo- y como mi uso de la moto es para el día a día incluso en ciudad y para trabajar necesito un neumático que me de ciertas garantías con dicho meteoro. Además si tiene según Michelin mejor desgaste y mayor duración, miel sobre hojuelas. Ayer lo poco que lo probé me gustó y mi cuñado hace tiempo que lo lleva en la Tiger y me gustó las veces que lo he probado.



Los neumáticos nos llevaron un rato, pero sobre todo el equilibrar, un trabajo que requiere algo de paciencia y ha de ser obviamente artesanal, pero con paciencia, los dejamos perfectos. Aunque no sería por la ayuda del ingeniero peludo que no ayudó mucho, la verdad.




Tras montar el amortiguador y tener los neumáticos también montados, tocaba limpiar y engrasar: limpiar los pistones de las pinzas de freno, y engrasar las bieletas, guardapolvos y demás partes susceptibles de recibir suciedad y polvo o que estem sometidas a roces contínuos; no nos llevó mucho porque lo hicimos sobre la marcha.

Sólo restaba cambiar aceite y filtro y montar las piezas desmontadas en la moto y “voilá” lista.


 Para probar cómo respondía salí de casa hasta el siguiente pueblo –Perales de Tajuña- para repostar y darle un lavado a la moto. Lo primero que hice al subirme a la moto fue acordarme de las sensaciones que escribí aquí el otro día y que comentó el compañero de moto Kaizen: la moto antes al empujar el asiento, bajaba que daba gusto y rebotaba rápidamente, ahora ni de blas, mucho más dura y apenas baja al empujarla. Ahora bien, al sentarse se nota la moto que cede mucho menos, pero amortigua mejor –hace justo su trabajo- y al no bajar como antes se hacen más complicadas las maniobras. No porque la moto esté más alta, sino porque al sentarse uno el amortiguador apenas cede. Es más, al levantarme de la moto, esta se queda altísima. Me da buena impresión, que se confirma al salir a carretera, voy despacio para ir rodando los neumáticos pero pasando por encima de tres “guardis muertos” que tengo en la carretera, saliendo del pueblo, la moto pasa por encima con una solvencia brutal, no sientes apenas el bache o desde luego no sientes un golpe, sino todo lo contrario una suavidad bestial y una sensación de ir flotando que ni recordaba en mi moto, Quizá exagere un poco pero me recuerda al día que probé la KTM 990 Adventure.

Al aumentar el ritmo, voy tanteando los neumáticos y me gustan las sensaciones, la moto flota por la carretera, se traga las imperfecciones de la carretera de manera que ni te enteras y sólo en los baches más fuertes, “sientes” el bache pero difuminado, te sientes casi aislado de la carretera, no como antes que cualquier mínimo bache era una patada en los …mismos: impresionante.

Sólo hice el recorrido de autovía hasta casa así que es muy pronto para sacar conclusiones de los neumáticos, pero desde luego el amortiguador da una seguridad, un confort de marcha y una sensación de flotar sobre el asfalto que no recordaba, insisto me recuerda el día que probé la KTM, quizá porque vaya algo blando, pero lo seguiré probando y ya veremos si decido probar a endurecer precarga o no, en principio creo que nada de nada, me gusta mucho cómo reacciona la moto ahora.
Desde luego, y a falta de probar la moto más a fondo, estoy muy contento con cómo va el amortiguador y cómo van los neumáticos, pero según los pruebe lo iré comentando por aquí.

Saludos y hasta pronto

domingo, 20 de octubre de 2013

Mijares, sin motor de explosión



Una vez leí una entrevista a Ned Overend, y le preguntaban por qué le gustaba pedalear en alta montaña y decía que le encantaba la sensación de quemazón en las piernas cuando lo hacía. Lo cierto es que cuando practicas ciclismo, tarde o temprano vas a tener esa sensación en el momento que intentes pedalear en una zona con mucha pendiente o por una carretera con mucho desnivel. No es que me guste en particular esa sensación, pero sí lo que la provoca: el pedalear por una carretera con mucho desnivel.
Existe una carretera que tiene esta característica, entre otras muchas, y es la que comunica los valles del Tiétar y el Alberche, ambos en la provincia de Ávila, la AV-901 y que culmina en El Puerto de Mijares.
Mi mujer dice que es mi segunda casa y lo hace porque me encanta ese puerto, el paisaje, el trazado, la soledad, las vistas, las sensaciones de montar en moto por aquí, el apartarte por un rato del ajetreo de la vida en Madrid, etc. Pero también practico el ciclismo, de montaña y de carretera, y uno siempre tiene clavada la espinita de querer recorrer estos puertos en bicicleta, lo que supone un reto mucho mayor que hacerlos en moto –gasolina y poco más-. Y hacía tiempo que me prometí que lo haría.
El momento adecuado era justo esta semana, estamos disfrutando de un inusitado buen tiempo del recién estrenado otoño, con sol y calor, y eso en ciclismo es un regalo. Las promesas hay que cumplirlas, nos cuesten más o menos, y para mí el día había llegado. Elegí el jueves 17 de octubre porque la previsión era buena, tenía el día libre y estaba suficientemente entrenado; si esperaba a entrenar más, el otoño se me echaría encima.
No dormí bien, quizá pensando en lo que me esperaba o en cosas del trabajo o del proyecto, el caso es que mi ánimo no era todo lo positivo que se esperaría. Pero me podían las ganas de pasar una mañana de buen ciclismo, así que tras preparar todo para allá que marché.
El camino hasta Piedralaves es una maravilla, entiendo que para lo que usan a menudo esa carretera, el no tener autopista desde las Navas del Rey ha de ser una faena, pero desde luego, para ir relajado, disfrutando de la carretera, del sol y el paisaje, es una maravilla. Dejé el coche en Piedralaves, para recorrer el tramo de carretera hasta Casavieja y poder ir calentando un poco y que no me pillara el puerto “frío”. Además, se aparca fenomenal  y a la sombra.
Tras preparar todo, bidón de agua, pastillas de glucosa y algún caramelo, estiro un poco y vamos allá: el primer tramo es una bajada vertiginosa, rápida por la CL-501, dejamos a la derecha la base de helicópteros y en apenas dos kilómetros, llegamos al desvío de Casavieja. Esta carretera me gusta mucho, sobre todo la parte cercana al pueblo, ya que tiene unas curvas muy divertidas, y encima al ser en bajada en este sentido de la marcha, aún lo son más. Pero como en ciclismo todo lo que baja sube, me tocará desandar lo andado y ya veremos si me lo paso tan bien a la vuelta cuando se conviertan estas curvas en repechos que sortear.
En fin, rodando, rodando he alcanzado el desvío hacia Casavieja, aquí tenemos algún que otro tramo durillo pero sirve para desentumecer músculos de las piernas y “bailar” un poco encima de la bici, cosa que viene bien para calentar también los músculos de la espalda y brazos. Así, alcanzo la parte alta de Casavieja, y afronto los primeros repechos de subida, más bien tendida y monótona hacia Mijares. Es un tramo muy bonito, en el que pasas de recorrer una zona con fincas cerradas, plagadas de higueras –ni un higo han dejado en las ramas- y cepas a un tramo más “salvaje”, bordeado de pinos, algún castaño y robles. Lo mejor es que no hay casi nada de tráfico y voy muy tranquilo, el desarrollo lo muevo bien y me encuentro cómodo. Paro a hacer alguna foto y así descanso algo, que no me hace falta sufrir en balde y he venido a disfrutar y el paisaje, cuando se practica ciclismo es una parte importantísima.
La subida es cómoda y llegado el punto en que la carretera vira al norte y se ve el valle de Gavilanes, es llana y rápida. Paro a rellenar el bidón a la entrada del pueblo y cruzo Mijares, aquí tenemos uno de los repechos más duros del puerto y es la curva doble que hace la carretera saliendo del pueblo, tenso músculos e intento no levantarme de la bici: prueba superada. Poco a poco, bordeando las castañas que plagan la carretera –alguna cae al buche- sigo la ascensión con comodidad, hasta que cruzo el puente de la Garganta de las Torres y ahí si hay algún tramo más respetable, pero tengo ritmo y apenas bajo la "marcheta"; sigo pedaleando a unos 16-17 km/h que para mí es más que una buena cadencia.
Ahora todo el tramo que recorro es la vertiente oeste del monte y voy recibiendo el sol y nada de viento, lo que me ayuda en el pedaleo, hace calor pero a mí me va bien, así que perfecto. Es una delicia parar un rato la música y escuchar y percibir mejor lo que te rodea mientras pedaleas; el crujido de la agujas de pino bajo las ruedas, los castaños plagados de frutos, el olor de los pinos y las enormes piñas vacías por los arcenes. Ir en moto es divertido, cómodo y bonito, pero hacer el puerto en bicicleta te lleva a una dimensión más humilde, más cercana al ser humano, lo recorres a un ritmo más pausado –al menos yo- y lo disfrutas de una manera más intensa.
Bueno, que me enrollo y aún queda puerto. Una vez pasada la vaguada del Horcajo –fuente fresca y un par de nueces que caen en el buche- empieza la parte dura, con un primer repecho complicado pero que se pasa sin muchas dificultades, aunque las piernas ya empiezan a sugerir “qué tal un descanso”, pero ahora empieza lo bueno, cuando las piernas piden descanso es cuando realmente se disfruta, cuando tomas conciencia de que estás algo que exige concentración y cierta tenacidad para conseguir llegar a la “meta” es cuando realmente uno se siente bien.
 Las rampas se suceden hasta la más dura, en una curva cerradísima de derechas, y aquí comienza la ascensión del puerto más exigente, ya ves todo el recorrido que queda por hacer, la cima del puerto al final del barranco y cómo el trazado de la carretera se aferra a la montaña para arañarle un espacio que da con cuentagotas. Es posiblemente el repecho más duro de toda la ascensión, justo en una curva a izquierdas y un tramo de pendiente hasta la siguiente curva de derechas que, esta sí, es la antesala del tramo menos complicado: una serie de curvas suaves, con la subida más ligera más las ganas de llegar y ver el cartel del puerto, animan a las últimas pedaladas.
 
 
 El viento arrecia y las nubes ocultan el sol, pero la satisfacción por alcanzar la cima compensa todo lo que te rodea. Parada breve para hacer unas fotos, disfrutar del momento brevemente mientras me ajusto el chaleco cortavientos y los manguitos y toca el descenso.
 
Es un descenso que se hace largo, es un puerto de bastantes kilómetros y se tarda en bajar, pero las piernas los agradecen. Tengo en mi cabeza la caída de mi amigo Valentín también bajando el puerto así que voy con prudencia, pero me lo conozco muy bien así que no hay el menor problema, en algunos puntos me dejo caer hasta los 57 km/h de velocidad punta, pero lo normal es dejar que la gravedad haga el trabajo sucio. La única anécdota fue el cruzarme con una vaca en mitad de la carretera que se asustó un poco al verme aparecer pero nada más.
Paro un rato en Mijares a tomar un café cargado –voy ya justo de pilas- y llamar a Almu para ponerla al día y continúo. Hace sol, buena temperatura y la vuelta es una delicia; voy a buen ritmo y salvo el tramo de subida de la nacional, que le cuesta a unas piernas algo cargadas, el resto me encuentro cómodo y a gusto, además al venir un día laborable, no me he encontrado con apenas nada de tráfico y ha hecho mucho más tranquilo el día de ruta montañera.  
Los aficionados al ciclismo de verdad, yo soy un “globero”, tendrán como normal lo que para mí ha sido un reto, pero desde luego me siento mucho mejor tras haberlo conseguido y encima esta tarde tengo clase de Pilates, así que va a ser un día divertido en lo deportivo.
Cuando tenga la moto lista y revisada regresaré por aquí para decirle “hasta pronto” al puerto de Mijares, puede que pase un tiempo en volver por aquí.
Saludos

sábado, 19 de octubre de 2013

Amortiguando que es gerundio.

Tras dar varias vueltas a la idea y consultas con la almohada:
Barajando posibilidades

Al final, la solución ha venido de manera indirecta y gracias a los compañeros del foro de Varadero de España: http://www.xl1000v.es/ en el que algunos compañeros estudiaron la posibilidad de adquirir de manera conjunta un amortiguador, contactar con un fabricante -o importador más bien- y que nos hiciera una oferta.
Se contactó con Hagon Ibérica porque ya tienen productos conocidos, éramos unos cuantos los intresdos en adquirir sus productos y nos urgía adquirirlos. Además, ofrecen la posibilidad de meter en el mismo descuento, para el que así lo quisiera, el kit de muelles para la horquilla delantera.
Al final, y gracias a las gestiones de un par de miembros del foro, cuyos alias son Charlipec y Macf79, en pocos días el amortiguador esaba en casa.
Además, desde Hagon Ibérica, todo fueron facilidades y desed que hice el pago, no tardaron ni 48 horas en enviarme el pedido.

Así que esta semana que viene, meto a Charo en el taller de casa y le cambiaré los neumáticos, amortiguador, aceite y filtro de aceite. Vamos, un repaso en toda regla.
Y según los comentarios de un amigo también del foro, Kaizen, que hace poco sustituyó su amortiguador trasero: "Lo primero que me choca antes de subirme es que, apoyada en la pata de cabra, la moto parece como más inclinada, ¿no? Pues efectivamente, con mi 1,83, antes podía llegar casi casi con los dos pies planos al suelo: con el nuevo amortiguador, llego de puntillas y gracias, con lo que maniobrar en parado me produce una olvidada sensación de inseguridad. Y digo "olvidada" porque no sé si alguna vez la he tenido... Tal vez allá por el 2009, cuando la compré... ¡¡virgen santa, ¿cuánto tiempo hace que voy sin amortiguador?!!

Una vez en marcha, hago un pequeño tramo de carretera abierta: no reconozco a mi moto, increíble, las reacciones son como de una moto nueva, desconocida, y por supuesto, mucho mejor. La moto va como si fuera montado en una tabla, pero los baches se los come como si fuera en una nube...

Resumiendo: mi Varadero se había ido convirtiendo en una Harley, sin darme cuenta" 

Estas sensaciones son las mismas que tengo yo, agravadas porque los neumáticos ya están al final de su vida útil -sobre todo el delantero, muy escalonado- y porque al trabajar sin retencón de hidráulico sólo con la compresión del muelle, hace que la moto sea inestable y poco segura.

Ya os contaré qué tal las sensaciones y cómo va el montaje.
Saludos