domingo, 19 de enero de 2014

El taller del Dakar III

Buggies, artesanía de altos vuelos.
Los fabricantes de buggies, siempre en busca de mejoras en el rendimiento de sus criaturas, son también amantes de la mecánica que buscan la satisfacción en su forma de entender el trabajo. Curiosa, sin duda, su concepción de la libertad…
Digieren las dunas con apetito, pasan por los hoyos y los montículos de los terrenos más irregulares como auténticas apisonadoras, recortan las curvas luciendo sus colores… Los buggies con tracción a dos ruedas ofrecen un precioso espectáculo y ponen contra las cuerdas, cada vez más, a los 4x4, que por el momento siguen dominando el Dakar. Estos vehículos únicos e incomparables nacen de la imaginación de sus diseñadores, que cultivan la llamada filosofía de la mecánica. Thierry Delli-Zotti, copiloto de Isabelle Patissier y, por encima de todo, diseñador de buggies, defiende esta concepción: “Yo, personalmente, tengo un maestro espiritual que responde al nombre de Jean-Louis Raimondi, que fue quien concibió los primeros buggies en la década de los 80. El principio no era otro que coger como base el Escarabajo de VW, añadirle un chasis tubular y, a continuación, la carrocería que se quisiera. En cierta forma, fabricar un buggy es dejar volar la imaginación sin sacrificar el rendimiento del coche. Somos artesanos en el sentido más noble de la palabra. Yo, por ejemplo, he fabricado mi coche en mi garaje.”

Los fabricantes de buggies también tienen libertad para dotar a sus criaturas de la estética que más les guste. De hecho, el diseño y la estética son dos elementos fundamentales de estas insólitas creaciones: “Diseñé un pequeño buggy basado en un motor de moto para que compitiera en una carrera. Funcionó bien desde el punto de vista técnico, pero a mí no me gustó tanto. ¡Así que lo voy a rehacer!”, relata Thierry. “Hay un elemento de juego y diversión muy importante en los buggies. Somos como niños salvo que nuestros juguetes resultan un poco caros”. Eric Vigouroux también tiene muy presente el factor espectáculo a la hora de concebir sus buggies: “Uno de los aspectos más agradables de los buggies es que puedes llevar el pilotaje al límite. Como consecuencia, el resultado que ofrecemos al público resulta muy atractivo. Y a mí, personalmente, siempre me ha gustado subirme a coches bonitos.”

Ahora bien, esto no significa que los creadores de buggies no persigan la victoria. Sin embargo, para Delli-Zotti, los pilotos que compiten en coches de dos ruedas motrices no tienen el nivel necesario para dar la campanada: "A fecha de hoy, solo el maestro indiscutible de los buggies, Jean-Louis Schlesser, ha logrado imponerse en el Dakar, y fue porque su buggy era como una prolongación de su ser. Es posible que aún no haya nacido otro piloto de la misma pasta. Los estadounidenses hacen un trabajo excepcional, pero no tienen el mismo mimo por el detalle.” Eric Vigouroux, que coquetea con la idea de combinar las culturas del buggy europea y estadounidense, se muestra un poco más optimista: “En estos momentos, los fabricantes de buggies se están dando cuenta de que no les falta tanto. Pero para llegar todavía tendrán que invertir muchos esfuerzos.”

"Producción" y "Protos", dos mundos que conviven en carrera.
En origen, Thierry Sabine concibió la carrera pensando en los pilotos amateur que soñaban con vivir una aventura tanto mecánica como humana. Así, durante las primeras ediciones, ningún vehículo fabricado expresamente para el Dakar formó parte del pelotón. Pese a que la fórmula ganadora hoy es casi siempre la de los prototipos, la excepción cultural que representan los vehículos de “Producción” o de serie persiste y permite a un público más amplio venir a medirse en el rally raid más importante del mundo. En 2014, son más de una veintena los vehículos de la categoría de Producción (para que nos entendamos, el vehículo del común de los mortales), que tomaron la pista del Dakar en Rosario. Adentrémonos en su universo…

Son dos mundos y dos carreras bien diferenciados los que se codean en la pista: el mundo y la carrera de los “rápidos”, al volante de prototipos, que se parecen con frecuencia a los modelos existentes pero han sido concebidos y fabricados en realidad para ofrecer el máximo rendimiento posible en terrenos propios del rally raid, y el mundo y la carrera de los “normales”, al volante de coches comerciales, pero preparados y reforzados para resistir a las limitaciones impuestas por el rally raid. Dos filosofías, en definitiva, totalmente diferentes para unos vehículos que se enfrentan al mismo recorrido. Un recorrido que sirve de lazo de unión, como explica Ronan Chabot, vencedor de la Copa del Mundo de Producción en 2005 y ocupante del pódium del Dakar en varias ocasiones. El piloto, oriundo de Nantes, Francia, que hace cuatro años se pasó al volante de un buggy SMG con el que puede pelear por la victoria, se encuentra en una posición ideal para comparar los dos mundos a los que hacemos alusión.

“Es cierto que en términos de rendimiento hay un abismo entre estos dos mundos, pero para mí la categoría de Producción sigue siendo la puerta de acceso al rally raid y al Dakar. Cuando uno empieza, tiene todo por aprender y la Producción es la mejor escuela. Un vehículo de serie es menos potente, menos ágil y más frágil, así que uno tiene que esforzarse en leer bien el terreno, gestionar la mecánica y adelantarse en las dunas, pues si encalla no hay manera de sortearlas… En definitiva, es como se aprende a competir en el rally raid. Prueba de ello es que los mejores pilotos, como Peterhansel o Alphand, empezaron compitiendo en coches con un vehículo de serie. Y claro, el presupuesto es también mucho más razonable. Alguien que quiera participar hoy en el Dakar, si se decanta por un buen coche de serie, tendrá grandes opciones de culminar la prueba y acumular así una valiosísima experiencia. Por el contrario, y lo vemos desde hace unos años, muchos pilotos excelentes desembarcan en el Dakar con potentísimos prototipos y solo aguantan dos días en carrera. En cierto sentido, el Dakar es una lección de humildad: y es que antes de correr, hay que aprender a andar…”

“Por otro lado, si lo que nos interesa es únicamente la competición, lo cierto es que el nivel es extremadamente alto en Producción. Mitsuhashi, Foj y Gibon, que pelean desde hace años por coronarse en la categoría, ¡son excelentes! No están tan lejos de los pilotos de prototipos, pues en las dos categorías, si se aspira a pelear por los primeros puestos, hay que llevar el coche al límite. Y las cualidades necesarias para lograrlo son las mismas, independientemente de que se avance a velocidades muy diferentes. Por todo ello, animo a todo el mundo a participar en el Dakar y a intentarlo primero al volante de un vehículo de serie.” Más que nada, para no construir la casa por el tejado.

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