martes, 21 de enero de 2014

El taller del Dakar VI

 Gatos hidráulicos

El rally raid es la única disciplina que permite su uso. Cabe destacar que desde su introducción en los mejores coches, hace aproximadamente dos décadas, se han convertido en un elemento indispensable para garantizar un buen rendimiento de los mismos. De hecho, de nada sirve tener un motor potente, un chasis eficaz o unas suspensiones extraordinarias si se tienen que invertir más de 5 minutos en cambiar una rueda al menor pinchazo, o mucho más, en sacar un coche empanzado en la arena. Por suerte, ¡los gatos hidráulicos existen!
“El principio de funcionamiento de los gatos hidráulicos es muy sencillo”, explica Mathieu Basso, ingeniero de explotación de Overdrive. “Se trata de una palanca de metal de unos 1,5 metros de extensión que baja, por presión hidráulica, para levantar el costado de un coche a una altura de unos 30 cm del suelo. Evidentemente, hay uno a cada lado del coche. Cambiar una rueda con la ayuda de un gato hidráulico lleva unos 3 minutos, mientras que hacerlo con un gato clásico requiere como mínimo el doble de tiempo, porque hay que sacarlo del coche, calzarlo bien para que no se caiga durante la maniobra y después recogerlo todo. Por ello, los gatos hidráulicos permiten ahorrar un tiempo crítico cuando se produce un pinchazo.”

¡Pero hay mucho más! De hecho, facilitar un cambio de rueda no es ni mucho menos la única función de los gatos. “Me atrevería a decir que hoy en día los gatos hidráulicos modernos ya no están concebidos para esta aplicación básica, sino más bien para sacar los vehículos cuando encallan en la arena,” precisa Jean-Marc Fortin, jefe de filas de Overdrive y antiguo copiloto. “Los grandes pilotos saben reconocer muy bien cuándo se están quedando varados, así que no insisten. Ahora, gracias a los gatos hidráulicos, que se colocan sobre una pequeña placa de aluminio bajo cada puerta, se puede elevar de inmediato el vehículo, deslizar las planchas bajo las ruedas y sacar el coche de inmediato. Si se entrena bien, la maniobra lleva muy poco tiempo y, permite, sobre todo, ahorrar mucha energía, pues no hace falta sacar el gato como antes y darle a la pala. Asimismo, con un gato hidráulico, si te colocas justo en la cresta de una duna, ni siquiera tienes que salir del coche. En una situación así, lo vas bajando y subiendo y al alternar el peso el coche se eleva primero por un lado y luego por otro, deslizándose suavemente hasta colocarse sobre la ladera. Pero claro, luego hay que reinsertarlo, pues de lo contrario empiezan a surgir los problemas…”

De hecho, aunque el gato hidráulico es en cierta forma una herramienta ideal, hay que tener especial cuidado a la hora de operarlo y, sobre todo, tomarse el tiempo necesario para reinsertarlo en su totalidad. “El problema es que en la mayoría de los casos el circuito hidráulico es el mismo para el gato y la dirección asistida, de manera que si te olvidas de replegarlo del todo y lo doblas, o si tienes una fuga en una de las juntas del circuito, pierdes inevitablemente la dirección asistida. Eso es precisamente lo que le ocurrió a Giniel De Villiers en la primera etapa. Bastó un pequeño defecto de serie en una junta para amargarle el día.”

DUNAS, MANUAL DE INSTRUCCIONES
Símbolos por excelencia del rally raid en general y del Dakar en particular, los mares de dunas nos regalan todos los años imágenes espectaculares de decenas de vehículos encallados unos junto a otros. Sin embargo, si nos atenemos a lo que explican los mejores especialistas en este campo, tampoco son tan difíciles de franquear. ¿Cómo es posible?
He aquí la paradoja de la arena en el Dakar: de todos los terrenos por los que pasa la carrera, es el que menos mella hace en la mecánica de los vehículos, y sin embargo es en las etapas de dunas cuando los abandonos se multiplican. Al parecer, sortear una duna es de lo más simple, aunque la técnica se debe adaptar al vehículo que se maneja, tal y como nos explica Marek Dąbrowski, que participó en 12 Dakar en moto antes de pasarse este año a la competición de coches.

“Sobre dos ruedas o cuatro ruedas, da igual, la técnica es bastante sencilla: hay que mantener bastante velocidad con una marcha baja para poder recurrir al máximo de par si fuera necesario”, explica el polaco. “Ahora bien, la trayectoria correcta es diferente, porque con una moto se puede atacar la duna de frente hasta la cresta, pero en coche hay que modificar la trayectoria para ‘envolver' la cresta de la duna y pasarla un poco de lado para ver bien lo que hay detrás. Eso sí, ojo con inclinarse mucho porque... ¡el coche vuelca a la velocidad del rayo! La diferencia principal entre los dos vehículos es la visibilidad. En la moto, el campo de visión es casi de 360°, 180° en horizontal y 180° en vertical, y además puede uno parar, o por lo menos frenar, en lo alto de la duna para estudiar cuál sería la mejor trayectoria de descenso. En cambio, en un coche es imposible frenar salvo que quieras quedarte encallado, así que solo ves el cielo hasta que coronas la cresta y empiezas a bajar. Lo malo es que entonces te puedes encontrar con un descenso empinadísimo, una ‘cuba' de arena o incluso otro competidor, por qué no, y ahí tienes que reaccionar con muchos reflejos”.

Al contrario de lo que cabría pensar, el vehículo que mejor funciona en las dunas es el más pesado, ¿no es así, Gerard de Rooy? “Sortear las dunas tampoco es tan difícil para nosotros, porque tenemos mucho espacio hasta el suelo, neumáticos enormes y, además, contamos con la ventaja de que podemos desinflarlos hasta 0,8 bares de presión”, nos explica uno de los más serios aspirantes al título de 2014. “En esas condiciones, ¡es como pilotar un tanque! Pasas por encima de lo que se te ponga por delante, vamos. Y además, puedes parar, buscar la mejor trayectoria y continuar, cosa absolutamente imposible en un coche, donde no hay que parar nunca… En fin, si quieres pasar la duna sin más, sin que la velocidad importe mucho, es facilísimo. Ahora bien, si quieres pasarla rápido, tienes que tomar decisiones en muy poco tiempo y ahí pueden venir los errores, como por ejemplo elegir una ruta infranqueable. Si te quedas encallado con un camión, es para mucho tiempo seguro. Los coches pueden usar gatos hidráulicos, pero para nosotros es casi imposible salir sin la ayuda de otro camión. Bueno, depende también de la consistencia de la arena. Cuando está muy blanda, no tenemos tanta ventaja, porque nos falta un poco de par con respecto a los coches”.

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